miércoles, 1 de octubre de 2014

Ser Farmaceútico

Creo que la profesión de farmacéutica me escogió a mí tanto como yo la escogí a ella. Me encantaría poder decir que fue una decisión a la que dediqué el tiempo que realmente se merece, pero fue más bien la fascinación que sentía de pequeña por aquellos frascos tan cuidadosamente ordenados en las farmacias, así como el deseo de ayudar a los demás, lo que me hizo creer que yo podía dedicarme a esto. No es precisamente así cómo la mayoría de personas eligen su profesión, pero es una decisión que no he lamentado ni un solo día de mi vida (ni siquiera durante la peor parte de la asignatura de bioquímica, ni siquiera a principios de año cuando llegan todos los pacientes con un nuevo seguro).
Es un cliché, pero me gusta ser farmacéutica por la influencia que puedo ejercer sobre la vida de mis pacientes. Tengo la suerte de trabajar en una oficina de farmacia, lo que me da la oportunidad de ofrecer algo más que un mero servicio impersonal. He asistido a bautizos y funerales. He sido invitada a fiestas de graduación del instituto y he visto fotos de nuevos nietos. He intercambiado opiniones sobre planes de vacaciones y cuidados en pacientes terminales, así como muchas otras cosas de diverso carácter. He realizado entregas a domicilio no porque estuviese previsto, sino porque era lo correcto para aquel paciente en aquel momento. He ayudado a pacientes a decidir no solo qué medicación era más eficaz en su caso sino también más adecuada para su bolsillo. Se me ha concedido la oportunidad de participar directamente en la vida de mis pacientes, no solo en el cuidado de su salud, sino en cada faceta de su vida. Creo que esto no solo me hace una mejor farmacéutica sino también una mejor persona.
Sería difícil encontrar otra profesión que cuente con el mismo respeto inmediato por parte de la población que la profesión sanitaria. Sin embargo, ejercer en una oficina de farmacia es diferente de las demás profesiones sanitarias puesto que nuestra accesibilidad nos permite ir más allá que dar un simple consejo sobre el uso correcto de la amoxicilina. Nos permite ejercer de solucionadores de problemas, confidentes y amigos y, en consecuencia, nos permite llevar a cabo nuestro cometido de forma mucho más eficiente. Estamos en la primera línea de la atención sanitaria, una responsabilidad que yo me tomo muy en serio. Nuestra interacción con los pacientes puede verdaderamente cambiar y salvar vidas.
Estoy agradecida no solo por la oportunidad de satisfacer mi lado obsesivo-compulsivo y poder ordenar pulcramente los frascos en los estantes, sino también por disfrutar de la oportunidad de dejar huella en los pacientes de manera mucho más positiva de lo que jamás hubiera podido imaginar. ¡Qué maravilloso poder marcar cada día la diferencia en la vida de las personas! Tanto si se trata de un simple saludo al entrar en la farmacia como de una extensa explicación sobre el uso correcto de los inhaladores para controlar el asma de un niño, ¿cómo no va a gustarme?

No hay comentarios:

Publicar un comentario