sábado, 10 de enero de 2015

Cuperosis, ¿qué es y cómo combatirla?

Cuperosis



El término “cuperosis” se utiliza para designar el enrojecimiento facial predominantemente en las mejillas, casi constante o permanente, debido a dilataciones vasculares establecidas (telangiectasias), que pueden ser localizadas o difusas. La causa del desarrollo de estas telangiectasias suele ser una vasodilatación repetida, que finalmente se hace permanente, con pérdida del tono vascular. Ésta puede deberse a diferentes procesos dermatológicos, aunque el más frecuente es la rosácea, acné que cursa con inflamación crónica de zonas de la cara y la nariz. Las principales alteraciones morfológicas que aparecen en esta patología son formaciones pustulosas, eritema, pápulas y telangiectasia.
Las primeras fases la cuperosis, se asocian a una piel muy sensible, que tiende a un enrojecimiento intenso (flushing) a causa de la vasodilatación producida ante la persistencia de diferentes estímulos de tipo físico (calor, frío, sol…) alimenticio, trastornos gastrointestinales o emocionales, que con el tiempo se producirá un eritema permanente (rubeosis), más o menos intenso, dando lugar a la aparición de pequeñas dilataciones vasculares. Por tanto podemos decir que la cuperosis es una alteración de la circulación periférica en la que se origina una dilatación superficial de los vasos sanguíneos de la dermis.

Manifestaciones clínicas

 
Desde el exterior y a simple vista se observan unos filamentos arborizados de color rojizo o purpúreo, que se distribuyen en las mejillas y en las aletas de la nariz. En ocasiones pueden llegar a alcanzar también al mentón o barbilla. Es frecuente en personas de piel fina clara y sensible, principalmente en zonas expuestas. En estas pieles más claras la dilatación de los vasos periféricos destaca sobre el color de la piel.

Tratamiento
  • Productos de limpieza de uso diario. Son, sobre todo, los productos especialmente indicados para evitar la sensación de tirantez e incomodidad que produce la piel con cuperosis. Se debe elegir productos para piel sensible, sin friccionar. Utilizar productos desmaquillantes como leches y tónicos sin agentes irritantes, evitar la presencia de alcohol en la formulación.
    En el caso de que se prefiera el uso de jabones, se deben recomendar los denominados panes dermatológicos que carecen de tensioactivos calmantes como betasitosterol o incluso están formulados con cold cream. Con todo ello, se queda una fina capa emoliente protectora. El uso de toallitas desmaquillantes, está limitado a las zonas donde no exista presencia de los capilares dilatados y sobre todo que estas contengan ingredientes calmantes como la avena.
    Otra recomendación a la hora de la limpieza es el uso de exfoliante, se deben recomendar aquellos indicados para pieles sensibles, ya que estarán ausentes partículas de polietileno, irritantes para este tipo de piel.
  • Hidratación y nutrición de la piel. Una buena hidratación en este tipo de problemas es imprescindible. La piel cuperósica es fina por naturaleza y suele tener tendencia seca, pero también existen casos de piel mixta. Los principios activos que incorporan las formulaciones para este tipo de pieles. Son aquellos activos como Ruscus aculeatus y otros de acción calmante como el alfa-bisabolol, avena, meliloto… La aplicación de un factor de protección elevado en este tipo de pieles es fundamental, ya que dada su constitución son más vulnerables.
  • Maquillajes. Se deben recomendar maquillajes para pieles sensibles que tengan alto poder cubriente y aquellos maquillajes con ligera coloración verdosa (recordemos que el verde es el opuesto en el circulo cromático). Son los llamados stick correctores, se aplican sobre las arañas vasculares disimulando su coloración y aplicando posteriormente un maquillaje específico para piel sensible.
  • Láser. Para el tratamiento de las lesiones vasculares se utilizan láseres que van dirigidos contra la hemoglobina.

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